
Al final del día, es una chica mala.
Anunciada por una piña, palmeras y uvas y resplandeciente en tejidos de seda de moiré, esta temporada la historia de Roberto Cavalli, tal y como la concibió Fausto Puglisi, viene impregnada de un glamour de Hollywood de la Era del cine y de un espíritu barroco que reclama tanto el exceso como la reducción.











